jueves, 10 de diciembre de 2009

Hay que fantasear


Yo busco un par de brazos abiertos como un niño busca a su madre al perderse en un centro comercial. Ávidamente, casi desesperadamente, preguntándome si los encontraré o estaré sola por siempre entre esta masa de gente que no conozco y no me importa.

Yo saboreo mis memorias de caramelo, sólo las pruebo e inhalo su dulce
esencia. Me saben a fantasías condensadas.

Yo no me enamoré de una persona, yo me enamoré de un pudo ser. Ya olvidé la definición de amor.

Los árboles bailan en invierno al compás de mis cabellos. Yo me enamoré en verano, cuando los árboles estaban quietos y el rubor en mis mejillas no tenía nada que ver con el calor.

Él tenía el cabello ensortijado y una sonrisa que cantaba mentiras.

Yo nunca le creí ninguna, una lástima.

No me cautivaron sus ojos, me cautivó lo que vi reflejado en ellos, una niña que miraba emocionada un regalo a punto de abrir.

Una promesa que nunca hizo, una promesa que me tomé la libertad de imaginar.

Nunca quise abrir el regalo, me daba miedo decepcionarme del contenido.

Yo me enamoré de lo que pudo haber en la caja, de los colores brillantes de la envoltura, de la textura aterciopelada del lazo que adornaba el regalo. No me enamoré de su contenido... Porque nunca me interesó mucho averiguarlo.

La navidad pasó, el regalo seguía envuelto, él se cansó de esperar.

Intenté llorar porque era lo preciso, pero por él mi corazón no genera esa
clase de emoción.

Y la soledad nunca se había sentido tan, tan vacía.



2 comentarios:

  1. siempre tendremos problemas con esto de idealizar a la gente (y siempre encontrarás unos brazos abiertos en mi :) )

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(pod favod, di que pasa pod tu cabecita)