martes, 31 de julio de 2012

31/01/12


Entonces me di cuenta de que estaba deseando algo que jamás podría tener. Él era un alquiler del tiempo, un préstamo y nada más. Mientras me sentaba en su cama recorriendo su habitación con la mirada me pregunté qué estaba haciendo ahí. Estaba sembrando una pena que cosecharía muy pronto cuando se vaya. Me estaba enamorando de algo efímero y no había vuelta atrás.
Debí parar en ese instante, pero en vez de eso doblé las sábanas y fui a esperarlo en la sala, contando los minutos para verlo, contando los días para perderlo.